Hace unos días tuve la
oportunidad de visitar el municipio de Piedecuesta con la excusa de visitar una
vieja…. amiga, amante ella de la música andina colombiana. Dos lecciones nos
quedaron de tan importante visita.
Esperando transporte frente al
centro comercial la florida, me ofreció un taxista, entrado en años, llevarme
por $2000. Le comenté que iba para el sector de la argentina antigua por la
entrada del coliseo, “si yo paso por ahí, ahí lo dejo en la argentina” por ese
valor! En la dirección! y en taxi! Vámonos!
Oiga señor! voy para la otra
argentina! Le dije que por la entrada antigua!, apuro el paso. En su primera
respuesta supuse que la conocía, por su edad y porque me dijo que había
conducido bus intermunicipal muchos años. Al llegar a una glorieta ya en la
Argentina me dijo pausadamente; “Tranquilo cruce esa cancha ahí no más es”. Diez
cuadras después y bajo un sol inclemente pensaba……. por no esperar el bus.
Primera lección.
En esa travesía pude observar varios
riahachuelos; agua limpia con entornos bien cuidados y sin basuras. Se percibe
el respeto del vecindario por sus caudales. Tal vez eso tenga que ver con el
entusiasmo de los habitantes de Piedecuesta por salir a practicar deportes como
el futbol y el atletismo, pero se evidencia un gusto especial por el paseo
dominical, claro, con todas esas posibilidades acuáticas que tiene este
municipio quien no. Segunda lección.
Felicitaciones piedecuestanos por
su alegría, por respetar y apreciar un bien que en últimas es de todos; el agua.
¡Que viva la vida y quienes la respetan!.
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